Tiene tallos trepadores muy flexibles. Las hojas están compuestas por folíolos pareados y en su extremo poseen zarcillos, que son los que se aferran a los tutores o guías a medida que la planta va creciendo.
Las hermosas flores blancas aparecen reunidas en inflorescencias racimosas axilares.
Los frutos o vainas miden más de cinco centímetros y contienen alrededor de cuatro semillas cada uno; la recolección se lleva a cabo cuando se los ve de buen tamaño y su color cambia de verde a verde amarillento (los de aspecto más saludable conviene dejarlos secar en la planta para tener buenas semillas para el siguiente año).
La denominación “legumbre” es aplicable a los frutos secos dehiscentes monocarpelares cuyas semillas se disponen a lo largo de la sutura ventral y se abren al madurar, por extensión reciben ese nombre también las plantas que los producen y su simiente. El poder germinativo dura tres años, por lo que se aconseja no sembrar las que hayan pasado de dos años para que aún se conserven fuertes.
Es común obtener dos cosechas al año; precisa tierras sueltas, profundas y con abono; no soporta los suelos ácidos por lo que no deben tener pH inferior a 6,5. Necesita abundante sol y riego moderado pero frecuente. Entre la germinación (que lleva de una a dos semanas, según la temperatura) y la floración pasan entre tres y cinco meses, dependiendo de la variedad.
Como toda la familia de las leguminosas su ingesta aporta a nuestra dieta varios minerales (hierro, cobre y calcio), proteínas, fibra (importante pues previene la obesidad, la diabetes y el estreñimiento, reduciendo también el nivel de colesterol en sangre) y antioxidantes (compuestos fenólicos). Además su efecto benéfico sobre el suelo donde se la siembra es notable, pues fija el nitrógeno gracias a las bacterias presentes en los nódulos de sus raíces.
Le agradan las temperaturas medias y la humedad ambiente. No resiste ni el frío ni el calor extremos. Las variedades más comunes son: Bayard, Lincoln y Negret. De la variedad denominada Tirabeque se consume todo el conjunto, vaina y semillas. Pueden atacarla hongos como el Mildiu y el oídio, y hay numerosos insectos que la devoran prácticamente, entre ellos los escarabajos, los pulgones, las moscas minadoras y las polillas de los guisantes.