El Farolito

El conocido comúnmente en su hábitat natural como “Farolito”, o “Chaquiue”, y que está registrado científicamente como Crinodendron hookerianum, es un árbol de aspecto arbustivo con follaje siempre verde originario de Sudamérica, crece en lugares húmedos y con mucha sombra, cercanos a cursos de agua. Pertenece a la familia Elaeocarpaceae. 

Puede llegar a medir ocho metros de alto y el tronco alcanza los treinta centímetros de diámetro. Su corteza es grisácea. La belleza de su floración, de la que toma su nombre en griego, lo convierte en un ornamento ideal para los jardines (el resto del nombre científico le fue dado por William Hooker, botánico inglés dedicado a estudiar la flora de Chile). 

Tiene hojas pecioladas, lanceoladas y con bordes dentados, se ubican de manera alterna en las ramas, miden entre cuatro y ocho centímetros de largo, son de color verde oscuro en el frente y más claras y pubescentes en la cara posterior. 

Sus flores son hermafroditas, axilares y solitarias, el color de las mismas varía de rosa a rojo; el pedicelo que las sostiene mide entre tres y seis centímetros; el cáliz está formado por cinco sépalos verdes fusionados y la corola (con forma de tulipa) tiene cinco pétalos libres que culminan en un ápice tridentino; la cantidad de estambres es considerable, de quince a dieciocho y tiene un estilo que es más largo que ellos. 

Los frutos son capsulares y están divididos en tres o cinco compartimentos; hay que dejarlos secar en la planta para poder extraer las semillas que son blancas, redondas y de superficie brillante. Prefiere los suelos ligeramente ácidos. Resiste temperaturas muy bajas. 

Hay que usar una vez al mes fertilizantes naturales para su cuidado en la época de floración, en la cual habrá también que regarlo con más frecuencia. Por el contrario, si es la temporada de lluvias o la zona es en sí es muy lluviosa habrá que aplicar un fungicida sistémico por prevención.