Puede llegar a medir entre 15 y 25 metros de alto. Se distingue fácilmente por su tronco que se ensancha hacia la parte central, alcanzando a veces los dos metros de diámetro, característica que le es útil para almacenar líquido y poder resistir así largos períodos de sequía.
Sus frutos tienen en el interior una fibra similar al algodón, que se emplea como relleno.
En la juventud la corteza es lisa y verde por el alto contenido de clorofila, con el paso del tiempo se va endureciendo y toma un tono grisáceo, cubriéndose de espinas de gran tamaño. No es muy resistente al frío, y menos a las heladas.
Algunas variedades tienen espinas muy grandes, como por ejemplo el Chorisia insignis cuyos aguijones de consistencia leñosa y forma cónica llegan a medir unos 8 centímetros de largo por otros tantos de diámetro en la base; esta variedad se diferencia también por la marcada forma de botella que adquiere su tronco con el paso de los años y da flores de color amarillo.
Sus hojas, palmeadas y sostenidas por largos pecíolos, están compuestas por 5 folíolos ovales, acuminados y de bordes dentados; se distribuyen de manera alternada. Da flores axilares, solitarias y hermafroditas, de color rosa fuerte, blanco o amarillo.
El fruto es una cápsula ovoide de color verde y gran tamaño; está rellena de fibras blancas semejantes al algodón, en medio de las cuales hay numerosas semillas que son dispersadas por el viento cuando se abre al madurar; como son tan abundantes se las recolecta y se extrae de ellas un aceite que se usa en la alimentación y la industria.
Con la madera se construyen canoas livianas y por su alto contenido de celulosa se la emplea para obtener pasta de papel. Es ideal para transformar en Bonsái, pues posee gran resistencia, sus semillas se consiguen fácilmente y son de rápida germinación, admite podas intensas, soporta largo tiempo sin riego y son pocas las enfermedades y plagas que lo aquejan.