Las hojas son alternas, pinadas, con folíolos partidos y muy abundantes. En verano nacen las flores aromáticas reunidas en una inflorescencia terminal de tipo capítulo paniculado, con cerca de veinte floros de lígula blanca en el disco radial y mucho más numerosos y de color amarillo fuerte en el disco central; las protege un cáliz de sépalos verdes.
Los frutos son aquenios secos, se los utiliza para preparar un licor similar al jerez. Crece tanto en estado silvestre como cultivada. Con las sumidades floridas y los tallos tiernos se prepara una infusión que tiene efectos digestivos (indicada en caso de flatulencias y cólicos); diuréticos (aunque hay que evitar excesos pues puede dañar los riñones); sedantes (para problemas de ansiedad, insomnio y tensión nerviosa) y antiespasmódicos (se aconseja consumirla durante el período menstrual). Para obtener los efectos benéficos deseados se deben tomar entre tres y cuatro tazas por día.
Es la más conocida de las plantas medicinales y su uso está muy difundido. El aceite esencial (con aroma dulce y nota herbal), que contiene sesquiterpenos, se emplea en aromaterapia; para extraerlo se destilan al vapor las flores secas. Tiene, además, concentraciones menores de flavonoides y taninos, ácido salicílico (que es antirreumático) y vitamina C (que es inmunoprotectora). En cosmética es útil como descongestiva, sirve para aclarar el cabello y calmar irritaciones.
Se la propaga mediante semillas. Prefiere suelos arenosos con buen drenaje. Necesita climas de cálidos a templados y mucho sol. Resiste bastante bien el frío y soporta la acidez y la escasez de nutrientes en la tierra. Las plagas rara vez la afectan. Hay muchas variedades; las más comunes son: La manzanilla alemana, cuyo aceite esencial es considerado de mejor calidad; y la manzanilla romana, ésta mucho más difundida en América; las dos cuentan con propiedades similares.