Sus hojas compuestas son alternas y palmeadas; las conforman 5 folíolos ovales; al nacer son color púrpura y a medida que crecen se vuelven verde-azuladas; no cambian su coloración en otoño. El follaje es deciduo en climas muy fríos y perenne en lugares donde la temperatura es más benigna.
Florece ya avanzada la primavera. Da pequeñas flores de tres pétalos, color marrón o púrpura, que brindan a nuestro olfato un exquisito aroma a chocolate. Aparecen reunidas en racimos axilares. Están divididas en flores macho y flores hembra, pero pueden hallarse de ambas en un mismo ejemplar, aunque no se poliniza a sí misma. Hay que plantar al menos otra en las cercanías para que se produzca la polinización cruzada.
Precisa suelos mixtos, livianos, bien abonados y con buen drenaje. Ubicaciones a pleno sol o con semisombra. Crece rápidamente y por ello es que necesita siempre de un soporte. El riego debe ser regular.
Se la multiplica mediante semillas; éstas se recolectan una vez que el fruto cilíndrico está seco (cuando está fresco tiene una pulpa blancuzca comestible en la que están insertas las pequeñas semillas negras, y es en esa etapa cuando los pájaros se acercan a comer y luego las dispersan) o esquejes tiernos, y pueden realizarse acodos aéreos.
Algunas de las variedades más conocidas son: Akebia quinata “Alba” con flores y frutos blancos; Akebia quinata “Purple Bouquet” que es más compacta y da capullos muy oscuros; Akebia quinata “Rosea” con flores púrpura pero más claras que las demás, casi de color rosa y Akebia quinata “Variegata” con flores de color rosa pálido y el follaje verde matizado con blanco.
Dentro de la antigua farmacopea china se le atribuyen propiedades analgésicas, galactogogas y diuréticas; como los tallos contienen sales de potasio tienen la capacidad de ayudar a eliminar el agua excedente del cuerpo humano.