Por su gran poder de propagación, mediante semillas o por sus fuertes rizomas, se ha convertido en invasiva y hay que mantenerla controlada porque es capaz de desplazar a otras especies. Para extraerla por completo hay que esperar a que llueva y la tierra esté bien mojada; también los herbicidas la eliminan pero siempre hay que recordar el daño que causan al medio ambiente y abstenerse de utilizarlos.
Sus tallos subterráneos o rizomas, que cuentan con numerosas raíces gruesas de color claro, pueden permanecer en estado latente bajo la tierra por bastante tiempo si las condiciones climáticas no son favorables (o en el caso de que un incendio devastara el lugar) y aunque se los quiera erradicar basta que quede un pequeñísimo fragmento de alguno de ellos para que el desarrollo vuelva a empezar.
No es muy exigente en cuanto a suelos pero sí necesita mucha luz.
Posee grandes hojas basales acorazonadas, con largos pecíolos, tienen los bordes apenas dentados y son color verde oscuro y glabras en la cara superior y mucho más claras y pubescentes en la inferior.
Los tallos florales, que suelen medir entre ocho y treinta centímetros dentro de la misma planta, son de consistencia interna esponjosa y exterior escamoso.
Da diminutas flores amarillas, que aparecen apenas comenzada la primavera (aún antes que las hojas), se agrupan en inflorescencias de tipo capítulo de unos tres centímetros de diámetro; son similares a las de la especie conocida como “Diente de león”, también lo son sus semillas de color amarillo o marrón, que miden menos de medio centímetro, rodeadas de un penacho blanco que les ayuda a ser transportadas por el viento (viajan largas distancias de esa forma y así se propagan).