En el verano aparecen sus flores azules, que son pequeñas y tubulares, reunidas en una inflorescencia esférica de más de 5 centímetros. Se la cultiva con fines ornamentales y para flor de corte; tanto frescas como secas se emplean en arreglos florales, teniendo la precaución de cortarlas antes de que se hayan abierto por completo. Si las noches de verano son frescas su color mejora mucho. Otra especie, la Echinops sphaerocephalus, da flores blancas y es más alta.
No presenta problemas de cultivo porque es bastante resistente. Precisa ubicaciones que vayan desde media sombra a sol pleno y suelos livianos, ligeramente ácidos y con buen drenaje, pero se adapta bien a cualquier tipo de clima. Las hojas que acompañan al tallo son largas, dentadas y espinosas, de color verde azulado o verde plateado; las basales son mucho más grandes y se deterioran con facilidad.
La polinizan las abejas y las mariposas nocturnas. El riego debe ser regular, evitando los encharcamientos.
Se propaga libremente mediante semillas que tardan entre 2 y 3 semanas en germinar. Si se desea se pueden quitar las cabezas florales ya secas y guardarlas para la temporada siguiente. En el invierno pueden sembrarse en macetas. También se las puede reproducir por división de rizomas, de plantas de más de tres años, en primavera.
A pesar de su resistencia los cuidados que puede requerir son la colocación de estacas de sostén debido a su gran porte, en zonas de fuertes vientos y estar atentos al ataque de los áfidos. Algunas partes de la planta son venenosas y pueden llegar a causar reacciones alérgicas.