El tronco mide unos sesenta centímetros de diámetro.
La madera que brinda es oscura, casi negra, y se la emplea principalmente en la realización de esculturas, instrumentos musicales y muebles muy finos (trabajo que recibe justamente el nombre de ebanistería, desde la más remota antigüedad, debido a ello). Tiene un brillo natural tan destacado que se llega a creer que los artículos fabricados han sido pintados primero de negro y luego laqueados. Como es tan densa no flota en el agua.
Es tan intenso el uso que le dan que está siendo considerado en peligro de extinción. La copa es frondosa y sus hojas lanceoladas son pequeñas (lo cual es bueno para conservar la humedad), contando también con abundantes espinas de unos dos centímetros de largo. Da pequeñas flores verdosas.
Los frutos son vainas comestibles alargadas con casi una docena de semillas en su interior; éstas, al caer, germinan con rapidez, dando de inmediato origen a nuevas plantas. Tostadas adquieren un sabor similar al de los pistachos; si se las consume antes de madurar sirven como laxante. Aportan a nuestra dieta fibra, compuestos fenólicos, antioxidantes, más proteínas que los cereales y casi la mitad de las de la carne.
En la naturaleza lo encontramos en zonas llanas de abundantes lluvias. Sus raíces son muy profundas y se extienden al efecto de que nunca les falte el líquido elemento; como todas las leguminosas ayuda a fijar el nitrógeno al suelo gracias a la bacteria Rhizobium leguminosarum que vive en simbiosis con ellas.
Hay especies de Diospyros que dan el llamado “Ébano listado”, que aunque con características físicas parecidas, difiere en su aspecto, pues la madera es más clara y está surcada por vetas. La del llamado Ébano de África es tan dura que no permite el laminado. Es muy resistente a las plagas, no lo atacan los hongos, ni las termitas, ni ningún otro tipo de insecto.