El descubrimiento para la ciencia es relativamente reciente (a comienzos de este siglo), puesto que por la descripción realizada por unos misioneros de la zona se reunió una expedición (la organización de la cual demandó dos meses) para proceder a su estudio.
Posee la clásica forma de campana invertida; mide unos veinticinco centímetros de alto por alrededor de doce de diámetro y puede contener entre uno y dos litros de líquido; la sostiene un grueso tallo cilíndrico que mide alrededor de tres centímetros. Sus hojas, sésiles y envainadoras, tienen aspecto coriáceo; forma de oblonga a elíptica y el vértice romo.
Las pequeñas flores masculinas aparecen reunidas en grupos de cien, aproximadamente, en una gran inflorescencia de tipo racimo, que ronda los ochenta centímetros de largo; tienen brácteas que las protegen, sus tépalos son rojizos y con el ápice obtuso. Las femeninas, cerca de setenta, se agrupan en una inflorescencia de medio metro de longitud, no cuentan con brácteas y sus tépalos son color púrpura y forma oval, con el ápice acuminado.
El gran receptáculo de la Nepenthes contiene un líquido viscoso en su parte inferior mientras que la mitad superior se llena con el agua de lluvia, nunca se mezclan debido a la distinta densidad. En ellas depositan los huevos las hembras de los mosquitos y allí se crían sus larvas, los desechos que producen estos seres vivos son benéficos para la planta.
Hubo una inadecuada información acerca de que la planta atrapaba roedores y los digería; la misma no puede movilizarse para atrapar animales de ningún tipo, si alguno cayera sin querer dentro de su líquido viscoso tal vez no consiguiera salir y moriría asfixiado: luego los jugos lo disolverían y de esa manera, entonces sí, pasaría a ser un nutriente más para ella; esto es lo que de hecho sucede con los insectos que por volar muy cerca caen en su interior.