Las pequeñas flores, de entre 2,5 y 3 centímetros de diámetro, de color blanco con tintes rosados o amarillos, con cinco pétalos, aparecen reunidas en inflorescencias de tipo corimbo; habiendo en cada una pocas flores masculinas y muchas femeninas, la proporción es casi siempre de setenta a una.
Los frutos son drupas indehiscentes, casi esféricas, de color verde al principio y marrón oscuro al madurar. Miden entre 5 y 6 centímetros. Contienen de 4 a 6 semillas grandes y parduzcas de las que se extrae un aceite muy buscado que se usa como componente de pinturas y barnices. Un árbol maduro, de tamaño medio, produce por cosecha entre 50 y 100 kilogramos de frutos, la mitad del peso lo constituye la cáscara y el resto son semillas.
Necesita veranos cálidos y húmedos para prosperar. La calidad de suelos aptos para su cultivo está entre los arenosos y los predominantemente ácidos y ricos en materias orgánicas, pero no soporta los alcalinos. Las semillas al año pierden su poder germinativo. Es bueno también quitarles la cáscara antes de sembrarlas porque les lleva bastante tiempo germinar, entre dos semanas y un mes. Hay que evitar el riego excesivo en esta etapa.
Sembradas en almácigo se ubican a unos 25 centímetros entre sí; recién se trasplantan pasados diez meses. Todo ese tiempo habrá que protegerlas del calor fuerte y del frío intenso mediante enramadas sostenidas sobre ellas a más de un metro y medio de altura. En siembra directa en el terreno de cultivo se deberán introducir dos o tres semillas por hoyo y luego se dejará la plántula que mejor aspecto tenga, descartándose las otras.
A los cuatro años la planta comienza su producción comercial; conviene dejar los frutos en el árbol pues caerán solos al madurar y allí se efectúa la recolección. Hay quienes la hacen cuando aún no han caído pero su color denota madurez, los embolsan y colocan las bolsas bajo paja. De todas maneras, luego de cualquiera de los dos métodos de cosecha, hay que proceder al descortezado del fruto para dejar al descubierto las semillas, que luego pasarán al zarandeado para quitar todo vestigio de elementos extraños.
La producción aumenta progresivamente hasta el décimo año, se mantiene constante unos veinte años más y hacia los treinta comienza a declinar. Antiguamente en China la extracción del aceite se hacía tostando previamente las semillas a fuego directo y machacándolas luego entre piedras.
Actualmente se utilizan prensas hidráulicas.
Mediante el prensado en frío se consigue el denominado “aceite blanco” y con el prensado en caliente se obtiene el “aceite negro”. Las tortas resultantes de la extracción no pueden dársele al ganado pues son tóxicas, se las usa como combustible y para fabricar “negro de humo”, que es la materia prima para la elaborar la conocida “Tinta China”.