Sus hojas están compuestas por entre 7 y 13 folíolos ovoidales. Las flores, de color violeta, blanco o rosa, se agrupan en inflorescencias de tipo racimo. Según la variedad poseen mayor o menor cantidad de perfume.
Los frutos son vainas largas que contienen semillas muy similares a las de cualquier otra legumbre, pero que no deben ser ingeridas porque son venenosas. Se acostumbra multiplicarla por acodo, esqueje o injerto ya que las plantas nacidas de semilla tardan alrededor de diez años en dar sus primeras flores.
Puede estar en ubicaciones con semisombra pero necesita al menos 4 horas diarias de sol directo. Es bastante resistente al frío. Se adapta fácilmente a todos los tipos de suelo pero prefiere los fértiles y arcillosos, que retengan humedad pero sin anegarse.
Si el suelo fuera calcáreo habrá que adicionarle hierro. Necesita mucho espacio porque las raíces son muy ramificadas e invasivas.
Prefiere el abono orgánico y éste debe hacerse más frecuente en la época de floración.
Se la poda para darle una forma adecuada, se cortan las ramas demasiado largas porque sólo sus yemas de base florecen y se dejan también las ramas cortas que tienen yema en su extremo. Hay que eliminar hojas deterioradas y racimos sin flores.
Son numerosos los enemigos que la atacan: Pulgones, cochinillas y abejas cortadoras de hojas; varios hongos y algunos virus. Dos de las especies pueden cultivarse como bonsái, la Wisteria sinensis que da hermosas flores color lila y la Wisteria floribunda (o Glicinia del Japón).