Cuando recién nacen son pequeñas y enteras para luego convertirse en semilobuladas o lobuladas pues sus fibras se separan y desintegran dejando orificios de diferentes tamaños en el limbo. Si se les nota amarilleamiento es debido a un riego excesivo, por lo que deberemos disminuirlo, y durante el invierno lo reduciremos a la mitad. Si hace mucho calor admiten el pulverizado sobre su superficie; si apareciesen con las puntas secas tendremos que agregar abono a base de potasio.
Da frutos verdes, de gran tamaño, recubiertos por escamas hexagonales, su alto contenido de ácido oxálico los convierte en tóxicos, pero tras un año de maduración pueden ser ingeridos; para acelerar el proceso se los corta cuando comienzan a dar el olor característico y se los introduce en una bolsa de papel donde el proceso se completará. El sabor es similar al del ananá o al del plátano, según la variedad; con ellos se elaboran refrescos.
Los tallos tienen fototropismo y cuando hallan un tronco al que fijarse mediante sus raíces adventicias (que nacen de primordios radicales), trepan por él dirigiéndose hacia la luz. Es excelente como planta de interior, ya que desea temperatura y humedad altas y precisa sombra.
Por debajo de los diez grados ya no crece y las heladas la matan por completo. Se multiplica por acodos y esquejes o estacas con yema terminal. Prefiere tierras sueltas, con agregado de compost y perlita para favorecer el drenaje.
Si la cultivamos en maceta hay que agregar un tutor para guiarla y si lo recubrimos con musgo mayor será el arraigo.
Entre sus plagas más frecuentes están las Cochinillas y la Arañuela roja (que se combaten con un acaricida sistémico), los hongos que producen el moteado de las hojas y una bacteria, la Erwinia que atrapa a toda la planta y deberemos aplicarle productos orgánico-sulfurados que actuarán como antibióticos.