Entre las más comunes están la Exochorda serratifolia, especie originaria de Manchuria; florece apenas comienza la primavera, con tallos aún desnudos pues las hojas brotan más tarde. Los delicados capullos parecen perlas blancas (de allí deriva el nombre vulgar) que luego se abrirán en una flor sésil, simple, de cinco pétalos ovoidales con varios estambres; aparecen reunidas en racimos terminales de 6 a 10 flores. No tienen aroma.
Las hojas, de forma elíptica y bordes serrados, deciduas y alternas, que miden entre 3 y 9 centímetros de largo, son de color verde pálido y amarillean en otoño. El fruto es una cápsula dehiscente, pentasegmentada, de color marrón; contiene numerosas semillas planas.
Crece bien en suelos normales, con buen drenaje y orgánicamente enriquecidos. Necesita ubicaciones que vayan desde pleno sol a semisombra.
El riego debe ser regular, sin anegamientos. No presenta problemas con las plagas. Alcanza entre 2 y 3 metros de alto. Se propaga por semillas, que se siembran en otoño, y esquejes. La polinización la efectúan las aves que la visitan.
Y la Exochorda macrantha, originaria de China; es la más común en los jardines, florece durante toda la primavera y su aspecto es espectacular cuando se llena de capullos. Ronda el metro y medio de alto y su copa es redondeada, queda muy bien marcando bordes.
Precisa sol en abundancia y riego medio.
Se la propaga mediante esquejes de ramas tiernas, el crecimiento es de moderado a lento. Sus hojas, de color verde pálido, son simples y alternas, aserradas hacia el ápice. No necesita de cuidados especiales pero requiere de podas de rejuvenecimiento y de forma luego de cada floración, a comienzos del otoño.