Necesita de clima templado húmedo para obtener un óptimo desarrollo. Su corteza marrón luce de moderada a muy agrietada. La madera amarillenta que provee es de gran maleabilidad; de dureza media, tenaz y a la vez flexible; con ella se fabrican muebles, pisos y hasta instrumentos musicales. Tiene hojas finas, pecioladas, de forma elíptica, acuminadas, con borde dentado y aspecto coriáceo, que se ubican de manera alterna en las ramas; el frente del limbo es glabro y el envés tomentoso.
Es una especie monoica. Da minúsculas flores masculinas (blancas o amarillentas) que poseen entre 8 y 12 estambres y se reúnen en inflorescencias de tipo amento que miden entre 5 y 10 centímetros de largo; y flores femeninas (blancas o rosadas) más grandes, con el estilo cubierto por sedosas vellosidades, éstas se agrupan en inflorescencias axilares racimosas.
El fruto es una cápsula cubierta por brácteas espinosas; mide entre cinco y diez centímetros de diámetro y contiene de dos a cinco castañas. Éstas son una verdadera fuente de carbohidratos que se transforman en energía para el organismo (son ricas en proteínas, grasas, minerales, ácido fólico y contienen vitaminas B, C y E).
Pueden consumirse crudas, asadas (en este caso debe efectuárseles un pequeño corte para que no estallen al calentarse) o bien cocidas; el famoso dulce francés llamado “marrón-glacé” se prepara con castañas.
Se las recomienda en casos de depresión y problemas circulatorios; son un buen tónico general y ayudan en problemas de anemia. Su harina se usa para hacer panes, pastas y pasteles. También se fabrica con ellas aguardiente. Para conservarlas deberán estar completamente secas antes de sacarlas de su cápsula.
La reproducción se realiza mediante semillas y es hipogea. A veces el árbol es atacado por el hongo Phytophthora cambivora y es muy peligroso porque de no controlarlo a tiempo llega a destruir castañares enteros. Hay algunas variedades asiáticas, de China y Japón, y también americanas