La Aechmea

Conocemos por el nombre de Aechmea a todo un género, con más de ciento cincuenta especies, que pertenece a la familia Bromeliaceae. Forman parte de la vegetación típica de la costa atlántica tropical y subtropical de Sudamérica. Se las emplea como ornamento por su exótica belleza, por su resistencia y por el poco cuidado que demandan. Miden entre 50 y 80 centímetros. 

Se las puede cultivar en macetas, y en el interior de las viviendas en habitaciones bien iluminadas, pues necesitan bastante luz solar; no hay que olvidar pulverizarlas cada tanto, porque si no lo hacemos sus hojas se arrugan y terminan secándose. Se las debe poner a resguardo en las épocas de baja temperatura dado que no soportan las heladas. 

Precisan suelos sueltos, con algo de turba, corteza de pino y mantillo; y un muy buen drenaje pues el mayor riesgo que corren es el de la pudrición de los tallos por exceso de irrigación. Sus hojas, largas y lanceoladas, se disponen en forma de roseta envainándose entre sí; son rígidas, con aspecto coriáceo y algunas veces presentan bordes serrados; de ellas deriva el nombre de la planta que significa en griego “punta de lanza”. 

Sus pequeñas flores se reúnen en una inflorescencia de tipo espiga que brota del centro de sus hojas modificadas, o brácteas imbricadas de colores vivos, las más de las veces rosa. Para reproducirlas se sacan con cuidado los vástagos laterales que van naciendo en su base colocándolos en recipientes adecuados, enraízan rápido estando en un ambiente cálido y húmedo. 

Con el cuidado adecuado al año siguiente ya darán flores. Si se la multiplica por semilla la primera floración se producirá recién pasados cuatro años. Durante su desarrollo se abonan cada quince días con algún fertilizante soluble en agua y el riego se debe efectuar desde arriba y nunca en el sustrato, pues así es como lo reciben los días de lluvia, que es cuando acumulan agua en los cuencos que se forman entre sus hojas. 

La sequía atrae a sus principales plagas, las cochinillas, los pulgones y la Arañuela roja, por eso tampoco deben estar expuestas a corrientes de aire que secan mucho el ambiente. Para conservar mejor la humedad se puede colocar su contenedor sobre una bandeja con restos de macetas de cerámica rotas o piedras de arcilla bien humedecidas.