La Madreperla

Conocemos por los nombres comunes de Madreperla, o Pilea, y el científico de Pilea cardierei, a una planta herbácea perennifolia perteneciente a la familia de las Urticaceae, pariente directa de la tan temida Ortiga; es originaria de la región tropical de Asia. Mide alrededor de treinta centímetros. 

Tiene hojas ovales y acuminadas, de color verde oscuro con manchas en relieve blanco-plata. La floración apenas se nota dado que su atractivo está en el follaje. Se la reproduce mediante semillas en primavera o a través de esquejes a finales del invierno. Precisa humus normal con agregado de turba y algo de arena para mejorar el drenaje. 

El riego ha de ser regular pero con poca cantidad de agua, incluso en invierno se lo dosifica aún más; conviene mantener la tierra siempre fresca pero sin mojarla en demasía para controlar que no se pudran las raíces. Le agrada la luz pero no el sol directo, en exterior se la ubica a media sombra y en interiores cerca de las ventanas; hay que mantenerla alejada de las corrientes de aire. 

Como abono es bueno el extracto de algas en pequeñas dosis durante su etapa de desarrollo, u otro fertilizante líquido cada dos semanas (en los meses cálidos). Cada tanto se le efectúa un despunte para que vaya adquiriendo buena forma y crezca más saludable, con dos centímetros basta; en caso de que creciera demasiado se realiza un cambio de maceta y todo solucionado. 

Si se notan los tallos muy blandos y con manchas oscuras habrá que cesar el riego y ver que no esté obstruido el orificio de drenaje de la maceta; si se los nota alargados y con mucho espacio entre las hojas el problema es falta de luz; si las hojas aparecen con manchas grises en su superficie es que ha sido atacada por un hongo; si se oscurecen es debido al frío. Si la atacan los pulgones basta rociarla con un insecticida sistémico, y si la intrusa fuera la Cochinilla algodonosa se limpia con un algodón sumergido previamente en alcohol metílico.