Al comenzar el verano aparecen sus pequeñas pero hermosas flores tubulares de cinco pétalos blancos (aunque hay también una variedad lila: La Fabiana imbricata violácea) y la cubren casi totalmente.
Dentro del marco de la medicina no tradicional se le confieren propiedades diuréticas y digestivas; se asegura que la infusión preparada con sus hojas protege el aparato gastrointestinal y se han realizado estudios de laboratorio en los que esto ha sido comprobado mediante la evaluación “in vitro” de los múltiples terpenos que contiene.
Se adapta a distintos tipos de suelo, de pobres a moderadamente fértiles, siempre y cuando tengan buen drenaje. Prefiere ubicaciones a pleno sol pero a resguardo de los vientos, puede tornarse clorótica a la sombra. Se propaga mediante semillas y esquejes semi-leñosos obtenidos al final del verano. Es excelente para repoblar tierras que han sido dañadas por el fuego. Resiste bien el frío intenso, las plagas y las enfermedades más comunes.
Tras los incendios de campos se nota un crecimiento importante en la población de esta especie y se cree que las causas podrían ser: La erosión del suelo que dejó expuestas semillas enterradas a mayor profundidad; el efecto directo del fuego que las saca de su etapa de vida latente; el efecto indirecto del fuego que hace desparecer a otras especies que compiten por luz y alimento con ellas y, por último, la mayor cantidad de agua de la que disponen, ya sea de lluvia o del subsuelo.


































