Es ideal para el interior de las viviendas, ubicándola junto a una ventana, pues precisa mucha luz pero sin exposición directa a los rayos solares. El ambiente debe estar siempre húmedo y cálido. Ubicada en el jardín, en lugares sombreados, se la debe proteger en la época de heladas.
Tiene grandes hojas simples, pecioladas, con apariencia coriácea, que miden veinte centímetros de largo por doce de ancho; poseen bordes enteros, son elípticas y acuminadas en el ápice; de color verde oscuro con las nervaduras más claras; se ubican de manera enfrentada en el tallo.
A modo de floración aparecen primero unas brácteas ovales coloreadas (amarillas, anaranjadas o rojas), de tres centímetros de largo, que duran hasta dos meses en la planta; las flores verdaderas son pequeñas, amarillentas o rosadas, hermafroditas, de forma tubular, y se reúnen en una inflorescencia terminal de tipo espiga (duran sólo unos días), todo el conjunto mide alrededor de diez centímetros.
El fruto capsular, de un centímetro y medio, contiene varias semillas pubescentes.
Es conveniente aplicarle fertilizante líquido una vez por semana junto con el agua de riego; no debemos encharcar el recipiente donde se halla puesto que sus raíces son muy propicias a la invasión de hongos. Hay que protegerla, además, del Pulgón verde y las Cochinillas; contra éstas últimas se pueden pulverizar las hojas con agua jabonosa.
En primavera podremos multiplicarla mediante esquejes de alrededor de diez centímetros de largo (a los que les dejaremos algunas hojitas) que obtendremos una vez finalizada la floración; se los introduce en una mezcla de turba, arena y mantillo y se les proporciona una temperatura ambiente superior a los veinte grados, con bastante humedad. Cada dos años, según su crecimiento, se cambiarán los ejemplares a macetas algo más grandes.