Como se lo empleó tanto, debido a sus múltiples usos (en especial la madera dura, oscura y de grano fino, con poros llenos de resina blanca y aromática), ahora está prohibida la tala indiscriminada. El bello aroma de sus flores es inconfundible y aún quedan reductos en los cerros donde hay grupos de ejemplares a los que se trata de conservar.
Sus hojas, compuestas por cuatro o seis folíolos oblongos, algo acuminados, glabros y de aspecto coriáceo, llegan a medir unos quince centímetros de largo por seis de ancho. Las flores nacen agrupadas en inflorescencias de tipo panícula, protegidas por brácteas y bractéolas; los pétalos, de hasta un centímetro, son muy desiguales entre sí; presentan, como casi todas las leguminosas, un cáliz bilabiado acampanado, un estandarte de oval a redondo, dos alas oblongas y una quilla angostada; poseen diez estambres.
Los frutos son drupas indehiscentes alargadas, de cinco centímetros por tres, color marrón. De su única y gran semilla se obtiene “cumarina”, una sustancia blanca sumamente aromática pero sin sabor que utilizan varias industrias para realzar el perfume de sus productos (dentro de la Perfumería es digno de comentar que forma la nota principal del famosísimo perfume “Shalimar”, de Guerlain).
Se debe esperar a que estén bien maduros para cosecharlos, hay quienes aguardan a que caigan puesto que cuesta mucho subir a las plantas para piscarlos uno por uno. Dentro de la medicina no tradicional se le atribuyen a la cumarina propiedades antiespasmódicas y diaforéticas; rallada se la prepara como infusión para calmar el dolor de estómago, siempre en baja cantidad puesto que en exceso puede provocar hemorragias internas.
Se propaga mediante semillas; como al principio las plántulas requieren sombra se cultivan en interior y luego, cuando miden más de un metro y están fuertes, se trasplantan al lugar definitivo. Se adapta a diferentes tipos de suelo siempre que tengan buen drenaje; pero prefiere los sueltos, arenosos o con grava, ricos en humus, los que habitualmente encontramos en las riberas de los ríos. Resiste épocas de sequía pero no muy prolongadas; necesita gran cantidad de precipitaciones y temperaturas por encima de los veinte grados para desarrollarse bien.