Se la cultiva para obtener flores de corte que duran lozanas entre cinco y quince días. Posee grandes hojas verdes pecioladas muy parecidas a las de la acelga, de forma oval a redondeada, con el margen entero y apariencia coriácea, de unos treinta centímetros de largo, que nacen de su rizoma leñoso formando una roseta basal.
En primavera y verano da pequeñas y bellas flores hermafroditas, atrompetadas, con aspecto cerúleo, provistas de cinco estilos libres y un solo estambre, que aparecen reunidas en apretadas panículas erectas que se utilizan para confeccionar arreglos florales, tanto frescas como luego de su secado. Muestran dos tonos, los pétalos son blancos y los sépalos soldados del cáliz son púrpura, con costillas rojizas. Atraen por igual a aves y mariposas.
Los frutos son pluricarpelares.
Se propaga mediante semillas, esquejes de raíz o por división de mata. Le agradan las ubicaciones a pleno sol, las temperaturas moderadas y los suelos ligeros (de preferencia arenosos y salinos) con buen drenaje, aunque algo húmedos.
Admite el cultivo en maceta, debiendo en este caso añadir al agua de riego Nitrógeno, Fósforo y Potasio que en la naturaleza obtendría por sí misma. Pueden atacarla los pulgones, la arañuela roja y las orugas, todos de fácil eliminación.