La Lavanda marina

Se da el nombre popular de Lavanda marina, o Acelga salada, a una planta rizomatosa perenne, de consistencia herbácea, originaria de las Islas Canarias, donde la encontramos desde el nivel del mar hasta los cien metros de altitud. Está registrada bajo el nombre científico de Limonium perezii y forma parte de la familia Plumbaginaceae. 

Se la cultiva para obtener flores de corte que duran lozanas entre cinco y quince días. Posee grandes hojas verdes pecioladas muy parecidas a las de la acelga, de forma oval a redondeada, con el margen entero y apariencia coriácea, de unos treinta centímetros de largo, que nacen de su rizoma leñoso formando una roseta basal. 

En primavera y verano da pequeñas y bellas flores hermafroditas, atrompetadas, con aspecto cerúleo, provistas de cinco estilos libres y un solo estambre, que aparecen reunidas en apretadas panículas erectas que se utilizan para confeccionar arreglos florales, tanto frescas como luego de su secado. Muestran dos tonos, los pétalos son blancos y los sépalos soldados del cáliz son púrpura, con costillas rojizas. Atraen por igual a aves y mariposas. 

Los frutos son pluricarpelares. Se propaga mediante semillas, esquejes de raíz o por división de mata. Le agradan las ubicaciones a pleno sol, las temperaturas moderadas y los suelos ligeros (de preferencia arenosos y salinos) con buen drenaje, aunque algo húmedos. 

Admite el cultivo en maceta, debiendo en este caso añadir al agua de riego Nitrógeno, Fósforo y Potasio que en la naturaleza obtendría por sí misma. Pueden atacarla los pulgones, la arañuela roja y las orugas, todos de fácil eliminación.