Sus tubérculos subterráneos comestibles son consumidos desde hace siglos, pero no hace mucho se la ha comenzado a cultivar, mayormente en Asia.
Los tubérculos son similares a las verdaderas papas o patatas, sólo que más pequeños. Admiten las mismas formas de cocción pero su sabor es más dulce y en eso se asemejan más a las batatas.
Esta especie crece mejor en zonas donde las temperaturas diurnas están entre los diecisiete y los veintisiete grados, pero puede tolerar de ocho a treinta y seis grados, aunque el desarrollo que presente será menor; también influye el que las lluvias estén regularmente distribuidas a lo largo del año, porque si son excesivas emitirán brotes y al consumidor se le dificultará pelarlos luego.
Los tallos pueden ser tanto erectos como decumbentes y miden de treinta a sesenta centímetros de largo. Posee hojas verdes sostenidas por cortos pecíolos, son ovales y opuestas, con el borde dentado o crenado y la nerviación muy marcada.
Sus flores hermafroditas, pentámeras y pediceladas, con la corola celeste o azul pálido, miden de uno y medio a dos centímetros y se disponen en verticilastros que van disminuyendo su tamaño hasta llegar a lo alto del tallo floral. El labio inferior es más largo y el cáliz, que es persistente, permanece adherido al fruto.
Precisa ubicaciones con mucho sol y suelos con buen drenaje. Pasan entre cinco y siete meses desde la siembra hasta la cosecha de los tubérculos; obteniéndose de siete a quince toneladas por hectárea. Se descomponen rápidamente y por ello son difíciles de almacenar; generalmente se los coloca en la tierra, bajo un árbol, para que permanezcan más frescos; su sabor dura así unos dos meses, pasado ese tiempo dejan de ser apetecibles.
