Ronda los quince centímetros de alto y se la utiliza como tapizante en los jardines, aunque hay que tener en cuenta que fuera de su lugar de origen puede tornarse invasiva, debido a lo sencillo de su dispersión y a la tendencia de sus tallos a echar raíces.
Posee suaves hojas verde-grisáceas, pubescentes, palmeadas y con la nerviación muy marcada, tienen los márgenes dentados y miden de cuatro a seis centímetros de ancho; las gotas de rocío o de lluvia que se depositan sobre ellas no son absorbidas sino que queda una imperceptible capa de aire que las separa, por ese motivo los alquimistas las tenían como el agua más pura que existía para sus experimentos de transformar en oro otros metales y de ello deriva el nombre de la planta.
Durante la primavera y el verano da pequeñas flores amarillo-verdosas, que nacen reunidas en inflorescencias de tipo racimo sostenidas por tallos florales de color rojo. Se la cultiva tanto en tierra como en macetas. Podemos propagarla mediante semillas o por división de mata.
Se adapta a casi todo tipo de suelo siempre que tenga buen drenaje; en cuanto a luminosidad le agradan las ubicaciones que van de sol pleno a sombra parcial. Conviene efectuarle una poda anual, hacia el otoño, de mantenimiento (quitando restos de flores, hojas y tallos secos) y de forma (para evitar que se expanda demasiado). Es muy resistente a plagas y enfermedades.
