Forma parte de la familia Fabaceae (antes Leguminosae) y tiene la característica de que todas sus partes son comestibles y altamente nutritivas por su gran contenido proteínico, pudiéndose emplear además como forraje para los animales de granja.
Alcanza los dos metros de alto enrollando sus tallos en algún soporte. Prefiere terrenos sueltos y con buen drenaje; como todos los demás miembros de su familia tiene como simbionte en sus raíces a bacterias del tipo Rhizobium, que cumplen la función de fijar el nitrógeno al terreno.
Por ser una especie de clima tropical resiste bien las temperaturas altas peno no así las bajas, tampoco extremos tales como la sequía y el anegamiento del sustrato. Le agradan las ubicaciones con sol pleno.
Tienen hojas verdes compuestas por tres folíolos que van de ovales a deltoides (con las nervaduras muy marcadas) y sostenidas por largos pecíolos.
Sus bellas flores, hermafroditas y pediceladas, son de color azul; el cáliz es verde y los sépalos lanceolados. La polinización es entomófila. Los frutos son vainas dehiscentes alargadas, de entre quince y veinte centímetros de longitud, con alas en sus cuatro aristas, verdes al principio y marrones cuando maduran; el rendimiento por hectárea de las chauchas frescas es de más de quince toneladas por cosecha.
Las semillas, también llamadas frijoles, son redondas; si las condiciones son buenas germinan en menos de una semana y pasados tres meses ya las nuevas plantas están en flor. Su ingesta aporta a nuestra dieta carbohidratos, proteínas, fibra, calcio, hierro, magnesio, manganeso, fósforo, potasio, zinc y vitaminas A, B y C.
