No sobrepasa los dos metros y medio de altura; prospera en suelos profundos, sueltos y con preferencia de Ph ácido; cultivarlo no presenta dificultades. Su hábitat natural se halla en los claros de los bosques, al igual que otras muchas polidrupas con características similares. Hay también una variedad de frambuesa negra y otra azul, ambas nativas del continente americano, mientras que en Asia se hallaron casi doscientas diferentes que aún no han sido catalogadas.
Posee grandes hojas compuestas por tres folíolos de forma oval con el vértice acuminado y los bordes serrados; en el frente son de color verde intenso, aspecto coriáceo y brillante, mientras que el revés es más claro y pubescente. Sus pequeñas flores blancas se presentan agrupadas en racimos terminales, sostenidas por un pedúnculo bastante largo y espinoso; el cáliz está formado por cinco sépalos verdes que persisten acompañando al fruto.
A éste lo componen varias drupas de pulpa aromática y gusto agradable al paladar. Podemos consumirlos directamente de la planta cuando maduran, además de que con ellos se preparan distintos dulces y bebidas.
Como su valor comercial se basa en la fructificación, se han realizado cruzas que brindan dos cosechas anuales.
Resiste tanto las altas como las bajas temperaturas pero necesita de una cierta cantidad de lluvia anual (o de riego, por defecto) para llevar a buen término la fructificación, aunque no tolera los encharcamientos, descartándose así los suelos que contienen arcilla en su composición.
Conviene efectuar podas anuales de renuevo y aplicar fertilizantes frecuentemente para mantenerle siempre en alto los niveles de nitrógeno y potasio, los que agota con rapidez. La manera más sencilla de propagarlo es mediante acodos, dado que las semillas presentan alguna dificultad y rara vez salen los individuos iguales a la cepa madre.
