Pertenece a la familia Arecaceae y es originaria de América Central y del norte de América del Sur, donde crece en los bosques húmedos de montaña, típicos de la región cordillerana, desde los 1.400 hasta los 2.600 metros de altitud.
En su ápice puede verse desplegada una corona compuesta por entre ocho y veinte hojas pinnadas (con de una a siete decenas de pinnas de ancho irregular y encastre diagonal a cada lado del raquis central) de un metro y medio a dos metros y medio de longitud, sostenidas por largos pecíolos; las vainas, de tono rojizo, están muy desarrolladas; muchas veces las puntas de las pinnas se curvan dándole a todo el conjunto un aspecto plumoso muy llamativo.
Da pequeñas flores unisexuales que nacen agrupadas de a tres, una femenina en el centro y dos masculinas a los lados y así se reúnen en grandes inflorescencias de tipo panícula espiralada; miden cerca de medio metro de y brotan debajo de las hojas. Las flores masculinas cuentan con seis estambres con anteras cortas que se enrulan durante la antesis; las femeninas que no son fecundadas persisten en la planta.
El fruto es una drupa ovoide de alrededor de un centímetro de largo por unos seis o siete milímetros de ancho, que se oscurece al madurar.
Esta palmera tolera bien el frío, aunque prefiere climas con poca variación de temperatura entre el día y la noche; necesita suelos sueltos y ricos en nutrientes, también abundante luminosidad y humedad ambiente. A pesar de que le cuesta adaptarse últimamente se han conseguido ejemplares que prosperan en elevaciones cercanas a los cien metros sobre el nivel del mar.
