El Árbol de los dedos

Conocemos por el nombre popular de Árbol de los dedos a una planta suculenta que responde a la denominación científica de Euphorbia tirucalli. La carencia casi total de hojas llevó a sus ramas y tallos (que son cilíndricos y glabros), a modificarse para efectuar la fotosíntesis y es por ello que los mismos son de color verde. 

Pertenece a la familia Euphorbiaceae, es originaria de África y puede llegar a medir alrededor de diez metros de alto, mientras que los segmentos en los que se divide rara vez superan un centímetro de diámetro. Las pocas hojas que posee son pequeñas, ovales y esbeltas, de alrededor de dos centímetros y medio de longitud por medio centímetro en su parte más ancha. 

Da flores amarillas que no llaman mucho la atención y nacen reunidas en inflorescencias, tanto terminales como axilares, de tipo racimo. Los frutos son cápsulas dehiscentes triloculares que contienen varias semillas, marrones y ovales, recubiertas por una piel muy suave al tacto. 

Se la reproduce mediante semillas y esquejes. Su cultivo no demanda mayores esfuerzos, sólo precisa suelos sueltos provistos de buen drenaje y ubicaciones con mucho sol. Puede resistir alguna débil helada pero en general las bajas temperaturas no son buenas para ella. No tolera el anegamiento del terreno pero tampoco los largos períodos de sequía; regarla una vez a la semana es lo más conveniente. 

Si está en maceta en el interior de la casa (siempre en lugares muy iluminados) hay que cambiar el recipiente a medida que vaya creciendo, generalmente cada año para la primavera. Es bastante resistente a plagas y enfermedades; durante el verano hay que administrarle algún fertilizante junto con el agua de riego. Toda ella es tóxica, pero en particular el látex irritante que exuda al cortarla, hay que emplear guantes para su manejo y proteger la vista con gafas ante una posible eventualidad.