Sus tallos subterráneos, o rizomas, se extienden formando extensas redes. En primavera de ellos brotan los tallos florales aéreos que miden entre 15 y 30 centímetros de alto, junto con dos o tres grandes hojas enteras, lanceoladas y paralelinervadas, de hasta 25 centímetros de largo y unos 8 y 10 centímetros de ancho. En su extremo nacerá un racimo de más de diez flores formadas por tépalos blancos (raramente de color rosa), con forma de farolillo de poco más de 1 centímetro de diámetro. Es muy popular en los jardines por el suave aroma de sus flores y éstas lucen muy bien en los floreros gracias a su larga vara de sostén.
Se la propaga por división del rizoma. Necesita lugares sombreados, suelos mixtos y fértiles y un riego moderado; es ideal para ubicar bajo los árboles. No precisa cuidados especiales porque es bastante resistente, sólo se ve afectada por las larvas de algunas Lepidópteras. Los frutos son pequeños y globosos, de color rojo-anaranjado; una vez secos dejan ver en su interior minúsculas semillas amarronadas; son venenosos al igual que el resto de la planta, por lo que es conveniente lavarse bien las manos luego de tocarla.
En ínfima cantidad se usa como reemplazo de la Digitalis para tratar problemas cardíacos. El té preparado con sus flores y raíces es indicado para bajar la fiebre, además tiene propiedades sedativas y diuréticas. Un ungüento preparado con los rizomas sirve para prevenir las escaras luego de una quemadura; todo ello dentro del marco de la medicina no tradicional y folklórica de las zonas donde nacen silvestres.
Se le reconocen 3 subespecies: La Convallaria majalis var. keiskei, que proviene de China y Japón; la Convallaria majalis var. majalis, originaria de Eurasia y la Convallaria majalis var. montana, nativa de los Estados Unidos.