Sus grandes hojas, simples y ovaladas, que se ubican enfrentadas en las ramas, miden entre cinco y quince centímetros de largo; dicen que su decocción es un astringente maravilloso que detiene la diarrea. Sus hermosas flores blancas poseen cinco pétalos y un gran número de estambres. Los frutos que da, las guayabas, son comestibles; tienen forma esférica y rondan los diez centímetros de diámetro; su fina piel hace posible que los pueda comer sin tener que pelarlos. Difieren el color según las distintas especies, los hay amarillos, verdosos, rosados y hasta rojos; en su interior encontramos numerosas semillas rodeadas de una pulpa carnosa, que puede ser rojiza o anaranjada, y de sabor entre ácido y dulzón.
Su ingesta aporta a nuestra dieta vitamina A (que es necesaria para una buena visión), C (que es el mejor remedio para la gripe) y B1 (que mantiene los nervios y el corazón saludables); también agua, fibra, azúcar, hidratos de carbono y proteínas. Las Guayabas se comen frescas o preparadas de distintas maneras; se usan en repostería, en la realización de dulces y mermeladas y para saborizar diferentes bebidas. Sus raíces y la corteza, ambas ricas en tanino, ingeridas como té, se cree que curan la anemia y la debilidad nerviosa.
Colombia es el mayor productor mundial de estos frutos, aunque no los exporta porque apenas alcanzan para abastecer su consumo interno. En otras partes, como Hawai, por ejemplo, fue criado en su forma arbustiva y terminó convirtiéndose en plaga, debido a que los cerdos silvestres se alimentaban con sus frutos y dispersaban las semillas por todas partes.