La Celidonia


Recibe el nombre popular de Celidonia y el científico de Chelidonium majus, una planta herbácea vivaz, originaria de las costas del Mar Mediterráneo, que forma parte de la familia Papaveraceae. Mide alrededor de un metro de alto. En la naturaleza la encontramos siempre en lugares frescos y sombreados. 

Da pequeñas flores, de unos 2,5 centímetros de diámetro, que cuentan con dos sépalos verdes, cuatro pétalos amarillos ubicados en cruz, numerosos estambres y un gineceo bicarpelar; aparecen reunidas en inflorescencias de tipo umbela. Posee un rizoma subterráneo del cual nacen tallos pubescentes, frágiles y reticulados. 

Sus grandes hojas compuestas pueden medir cerca de veinte centímetros, son de color verde en la parte superior y glaucas en la inferior, están formadas por entre tres y cinco lóbulos obtusos con irregulares bordes crenados. La parte aérea se recolecta antes de la floración; en cambio la raíz se extrae durante el otoño, que es cuando están más concentrados sus principios activos. Los frutos son silicuas dehiscentes alargadas. La mayor parte del peso de sus oscuras semillas se debe al aceite que contienen. 

La savia es irritante y cáustica (aún peor que los ácidos nítrico y salicílico), si entra en contacto con la piel provoca reacciones muy tóxicas por lo que hay que extremar los cuidados al manipularla, se hace indispensable el uso de guantes. Externamente se la emplea para cauterizar verrugas, aplicando el látex fresco, de color amarillo-anaranjado, que mana de la planta (unas dos o tres veces al día). 

No debe ser ingerida pues es demasiado peligrosa (bajo dosis controladas se la ha utilizado como espasmolítica, sedante y antibacteriana, puesto que inhibe el avance de los estafilococos); entre sus principios activos se detectaron alcaloides, ácidos málico y cítrico, carotenoides, flavonoides, resina y enzimas proteolíticas. Su uso prolongado tampoco es aconsejable porque es cancerígena.