Los Estanques

Es bueno contar en el jardín con un estanque o con alguna fuente de agua porque no sólo alegrará la vista sino que aportará frescura al ambiente. Se los puede construir con distintos materiales, tales como piedra, cemento, ladrillo o plástico reforzado con fibra de vidrio; o bien usar elementos en desuso como podrían ser antiguas bañeras enlozadas, bateas o contenedores de otro tipo que puedan ser recubiertos por algún material impermeable. 

Tanto en los enterrados como en los depositados a nivel del piso habrá que poner especial cuidado en el sistema de drenado o en la posibilidad de un frecuente cambio de agua (si el sistema fuera cerrado debemos recordar que tanto los peces como los caracoles consumen oxígeno y tendremos que añadir plantas sumergidas que lo reincorporen) o en instalar un sistema de circulación continua para la misma (es lo más aconsejable porque ayuda a la oxigenación, y si colocamos un filtro es bueno que sea externo para cuando tengamos que limpiarlo). 

La profundidad que le demos dependerá de si sólo vamos a usar macetas para sumergir las plantas o si pondremos en él plantas acuáticas con largos tallos. También deberemos pensar con antelación si vamos a incluir peces u otros seres vivos que necesiten más espacio para estar cómodos. En el entorno se puede crear un ambiente agreste con piedras o troncos, con plantas que cuelguen o arbustos bajos que lo rodeen por tres de sus lados o, tal vez, un solo árbol que de buena sombra pero que no pierda el follaje pues eso sería perjudicial. 

Si sus paredes exteriores se recubren con mayólicas u otro tipo de cerámica queda acorde el realizar bancos con idéntica decoración para que se sienten los visitantes; si hubiera una fuente o alguna cascada no ubicarlos cerca para evitar el salpicado de agua. Colocar las plantas del jardín guiando la vista hacia el estanque es muy buen detalle, ya sea con un camino bordeado de ellas o con matas de distintos tamaños escalonadas para que lleven a las miradas hacia allí. 

El cultivo de plantas acuáticas no lleva más trabajo que el de las  terrestres, pero su cuidado diferirá un poco. El sol que reciba nuestro espacio acuático determinará las especies que cultivemos en él; si es abundante y está presente a lo largo del día podremos elegir alguna Nymphacea odorata, un Acorus calamus o el hermoso Iris pseudacorus. El Nelumbo sp precisa mucha luz pero no temperatura elevada y podríamos incluir, además, una Calta palustris y algún Papiro que tienen elegancia natural. Entre las sumergibles que aportan mucho oxígeno podemos citar a la Cladophora aegagrophila y a la Aponogeton distachios. Otras no soportan temperaturas bajas porque provienen de zonas tropicales, por ejemplo, el Limnobium laevigatum o la Pistia stratiotes. 

Aunque la reina de todos los estanques será siempre el Nenúfar que deja descansando sus raíces en el fondo y desde allí extiende los tallos con majestuosidad, sus grandes hojas flotan sobre el agua y sus flores se elevan mostrándonos su perfección. También los Lotos llenan de esplendor las apacibles aguas. Los únicos cuidados que requerirán son el abonado (mediante pastillas de liberación lenta) durante la época de floración y la poda constante si su crecimiento fuera desmedido. Para mantener el agua libre de algas hay poderosos alguicidas que nos ayudarán en la tarea y si los pulgones se presentan bastará un poco de agua jabonosa aplicada con pulverizador sobre las hojas que se vean afectadas.