Se la emplea como ornamental en los jardines; le gustan las ubicaciones que van de pleno sol a semisombra, y prefiere los lugares frescos y húmedos por lo que se torna ideal para bordear fuentes y estanques. Es resistente a plagas y enfermedades, pero vive en una asociación con el hongo Lachnum salicariae el cual se instala en la base de sus tallos. En la naturaleza la encontramos desde el nivel del mar hasta los mil metros de altitud.
Sus hojas son sésiles y de forma lanceolada, con punta acuminada, bordes enteros y la base ligeramente acorazonada; se disponen de manera opuesta en las ramas y, a veces, en verticilos de tres), tienen un color verde intenso; son empleadas en la alimentación y se dice que aportan buena cantidad de calcio a nuestro organismo.
Las flores son hexámeras y purpúreas, aparecen en verano agrupadas por docena en inflorescencias de tipo espiga que llegan casi al medio metro de largo; al secarse conviene cortarlas para conseguir una segunda floración; muestran un cáliz tubular formado por seis sépalos triangulares intercalados con seis apéndices lineales del doble de tamaño y por seis pétalos arrugados de color entre púrpura y violeta. Cuenta con seis largos estambres provistos de anteras violetas con polen azul y seis más cortos con polen amarillo. Los frutos son cápsulas ovoides. Es fácil multiplicarla mediante semillas, que son numerosas, o por división de mata; necesita suelos ligeramente ácidos y no requiere fertilizantes.
Dentro del marco de la medicina no tradicional se le atribuyen propiedades antibióticas, astringentes, antioxidantes, hepatoprotectoras, antihemorrágicas y cicatrizantes; de manera externa se la usa para detener hemorragias nasales, aliviar enfermedades de los ojos, de la piel tales como eczemas o herpes, y para molestias vaginales; para confeccionar las diferentes tisanas se recolectan las distintas partes de la planta en verano, luego se las pone a secar a la sombra y finalmente se las guarda en saquitos de tela en lugares secos y bien ventilados.