Le agradan los lugares frescos y húmedos; su hábitat natural está en los bosques que crecen más allá de los ochocientos metros de altitud sobre el nivel del mar; particularmente prefiere las laderas de las montañas donde recibe abundante agua de lluvia.
En sus raíces tiene hongos asociados (micorrizas) con los que vive en una simbiosis perfecta. Su copa es piramidal cuando presenta un solo tronco y de forma irregular cuando posee varios; la corteza es gris-parduzca.
Las hojas son planas, angostas y acuminadas, de un color verde intenso, miden hasta cuatro centímetros de largo por apenas unos milímetros de ancho y se distribuyen de manera espiralada.
Las flores son axilares y aparecen en la primavera; las masculinas, de forma globular, poseen gran cantidad de estambres; las femeninas son verdes, su forma es similar a la de una copa y cuando maduran se tornan rojas. Los frutos son carpoides de alrededor de un centímetro, maduran varios meses después de haber sido polinizada la flor y contienen sólo una semilla ovalada que dispersan los pájaros tras ingerirla.
Debido a la excelencia de su madera, que es resistente pero flexible a la vez, es que hay cada vez menos ejemplares y no pueden reponerse porque su germinación y crecimiento son demasiado lentos, aunque sus estacas enraízan bien. Se lo usa como ornamento en los jardines, hay variedades con hojas y frutos amarillos que lucen muy vistosos. Resiste bien las podas intensas siendo ideal para el arte topiario.
La industria farmacéutica utiliza las hojas para extraer de ellas el “taxol”, compuesto químico que demostró ser muy efectivo en la lucha contra el cáncer; en la especie Taxus brevifolia se lo halla también en la corteza.