Mide cerca de un metro y medio; sus largas hojas basales, profundamente hendidas, son similares a las de los cardos (especie silvestre de la cual evolucionó) pero con menos espinas; son de color verde claro en el anverso y pubescentes en la cara inferior; las del tallo floral (que es grueso y acanalado) disminuyen de tamaño a medida que van llegando al ápice y no tienen hendiduras.
Bajo tierra su rizoma, provisto de gruesas raíces, produce yemas generadoras de nuevos ejemplares, aunque se la puede reproducir también mediante esquejes de ramas tiernas y semillas (los frutos son aquenios grisáceos oblongos y sus semillas conservan el poder germinativo por más de seis años). Necesita para prosperar suelos franco-arenosos con añadido de materia orgánica y muy buen drenaje. No le agradan las heladas.
La flor posee un fermento con el que se cuaja la leche, al igual que las flores del cardo silvestre. El capítulo, de color verde, toma una forma entre oval y redondeada, se lo puede consumir hervido o al vapor, separando hoja por hoja (que en realidad son brácteas modificadas), añadiéndoles limón y un poco de aceite, un plato verdaderamente exquisito, extrayendo con los dientes o mediante una cuchara o tenedor su parte interna más tierna; los corazones pueden ser preparados en conserva. En los cultivos se deja que el primer año se complete el ciclo floral y recién al segundo son cosechadas las inflorescencias, antes de llegar a su total madurez, dejándoles un tallo de unos diez centímetros.
Se le atribuyen excelentes propiedades, es indicada en casos de anemia, reuma, cálculos y diabetes; por su importante contenido de cinarina se convierte en hepatoprotectora, antirreumática, hipoglucemiante y reductora del colesterol (dado que inhibe la acción de la bradiquinina, sustancia que favorece el depósito del colesterol en las arterias), también por su poder diurético ayuda a expulsar toxinas del cuerpo. Para su uso se recomienda hervir una cucharada de hojas secas por taza durante diez minutos e ingerir esa tisana luego de cada comida principal.
No precisa tantos fertilizantes como otros cultivos hortícolas, basta con realizar un abonado de fondo con estiércol y luego aplicar a lo largo del año Fósforo, Nitrógeno y Potasio. Su principal plaga es el Barrenador, una lepidóptera nocturna cuyas larvas se introducen en el interior de la planta, realizando galerías hasta que la destruyen por completo.