Sus abundantes hojas son simples y las sostienen largos pecíolos; las hay enteras con forma de corazón, asaeteadas y también profundamente lobuladas, son comestibles y tienen un sabor parecido al de las espinacas. Da grandes flores con forma de embudo que miden de cuatro a cinco centímetros; conformadas por cinco sépalos separados y cinco pétalos unidos, cinco estambres y un gineceo bicarpelar; pueden ser blancas, rosadas o también de color violeta, aparecen agrupadas en un mismo pedúnculo axilar.
El fruto de la batata es una cápsula de cerca de un centímetro; las semillas tienen forma redondeada, son oscuras y muy livianas.
La mejor forma de reproducirla es mediante brotes (porque las semillas dan ejemplares de baja calidad), para ello se cubren apenas con tierra las batatas seleccionadas a ese efecto, se las somete a un riego abundante y los brotes aparecen en gran número, cuando llegan a ser unos 15 o 20 se los separa de la madre quitándoles las hojas más bajas y se los ubica en el emplazamiento definitivo, en hoyos distanciados un metro uno del otro.
Prefiere los suelos arenoso-calcáreos, a los que es conveniente abonar con ceniza a efectos de fortalecerlos en Potasio. Al ser rastrera la planta invade prontamente el terreno y ya no hay que preocuparse por las malezas. Cuando las hojas comienzan a tornarse pálidas y amarillentas es cuando llegó el momento de la recolección; se cortan primero los tallos destinados a forraje y se sacan luego los tubérculos de la tierra. Hay que guardarlos en ambientes frescos y secos; a más de 10º ya se comenzarían a brotar.
Se usan en las comidas después de ser cocidos (hervidos, fritos o asados) y además como materia prima en pastelería y repostería; es ya mundialmente conocido y consumido el “Dulce de batata”.
Su cultivo no da mayores trabajos y tiene buen rinde aún en tierras sin preparación y de escasa calidad, es ideal para el sistema de rotación de cultivos. Tolera muy bien los vientos pues sus tallos son flexibles. Se la puede sembrar perfectamente en terrenos arcillosos, siempre y cuando las elevemos un poco para permitir que el agua drene y corra sin estancarse, este modo de cultivo es conocido como “caballones”.