Sus raíces son superficiales pero no invasoras. Las hojas, de color verde oscuro y aspecto coriáceo, son caducas y simples; se distribuyen de manera alterna en las ramas y miden entre ocho y catorce centímetros de largo; cuentan con un largo pecíolo, tienen el borde ligeramente serrado y el revés pubescente; al llegar el otoño amarillean para luego caer.
Las flores, pequeñas y de color blanco-verdoso, aparecen reunidas en inflorescencia de tipo cima que duran poco tiempo; los pedúnculos que las sostienen son carnosos y tienen un sabor dulce similar al de las pasas, de allí deriva el nombre popular del árbol. Los frutos, de forma globosa, miden menos de un centímetro y están divididos en tres lóculos que contienen una diminuta semilla cada uno, permanecen en el árbol durante todo el invierno.
Le gustan las ubicaciones con mucho sol y los suelos frescos, ricos en materia orgánica y humus, aunque tolera también los calizos siempre que tengan buen drenaje. No resiste las sequías prolongadas ni la polución (por ello no es indicado para veredas, plazas y parques de las grandes ciudades). No le agrada que se lo trasplante, por lo que conviene sembrarlo en el que será su lugar definitivo. Se le atribuyen propiedades laxantes, febrífugas y antiespasmódicas. Su madera no es de gran utilidad porque es muy frágil.