El Abedul

Reciben el nombre común de Abedul, o Betula, alrededor de ciento treinta especies (la mitad de las cuales se hallan en Rusia) de árboles caducifolios miembros de la familia Betulaceae. Llegan a medir 30 metros de alto y presentan un delgado tronco cilíndrico que rara vez sobrepasa los noventa centímetros de diámetro. Sus variedades más conocidas son: Betula cordifolia, Betula nigra, Betula albosinensis, Betula chinensis y Betula pendula. 

Son originarios del norte de Europa, cuando los glaciares se retiraron fueron los primeros en establecerse en las nuevas tierras, ayudando a modificar las condiciones ambientales adversas para el resto de la flora. En la naturaleza forma bosquecillos abiertos, pero son un buen ornamento también para los jardines gracias al color de su corteza y al que toman las hojas llegando el otoño. Los celtas los consideraban árboles sagrados. 

Las ramas son muy flexibles y se emplean, por ese motivo, en cestería. Sus hojas caducas son simples y de forma romboidal, acuminadas, con bordes serrados y largos pecíolos, algo pubescentes. De ellas no sólo se obtiene un tinte amarillo si no que una vez secas son un excelente ahuyentador de insectos. Presentan las flores femeninas y masculinas en la misma planta, reunidas en inflorescencias racimosas colgantes de tipo amento. La polinización la efectúa el viento. 

Las semillas son sámaras pequeñas y ovales, con alas laterales amarillentas y traslúcidas que se liberan en verano. Necesitan mucho sol, suelos húmedos y ligeramente ácidos. Crecen rápido en la juventud, pudiendo llegar al metro anual (gracias a esta propiedad se los emplea para reforestar zonas afectadas por incendios), pero luego se estabilizan; viven cerca de cien años. Todas sus partes son utilizables, tanto para consumo humano como industrial. 

La corteza, que es blancuzca, posee una sustancia conservante denominada “betulina” que la convierte poco menos que en invulnerable; en la antigüedad se confeccionaban con ella desde zapatos hasta embarcaciones ligeras; destilándola se obtiene un aceite resinoso utilizado para curtir cueros, y un alquitrán que sirve como lubricante El carbón vegetal derivado de su madera carbonizada es de excelente calidad y con su hollín se preparaba tinta negra para las imprentas. La madera en sí es blanda y se usa principalmente para hacer pasta de papel o para tallar. 

La savia es rica en azúcares y ácido tartárico, con ella se preparan un enjuague bucal y una loción detergente indicada para limpiar úlceras; algunos la beben como tónico y también se le agrega a los alimentos y bebidas para saborizarlos; es famoso el “jarabe de abedul”. Con la raíz se prepara una pomada que ayuda a la cicatrización de heridas en general. De la corteza interna se sacaban láminas, de consistencia apergaminada, sobre las que se escribía; los romanos las denominaban “librum” y de allí tomaron el nombre los libros.