La Kalanchoe

Conocemos por el nombre común de Kalanchoe, y por la denominación científica de Kalanchoe beharensis, a una planta suculenta originaria de la costa oeste del Océano Índico (más precisamente de Behara, al sur de la Isla de Madagascar). Forma parte de la familia Crassulaceae. 

Puede llegar a medir tres metros de alto y es característico en ella el delgado tronco con nudos, que no son más que las cicatrices que van dejando las hojas cuando caen. Se la emplea como ornamento para el interior de las viviendas colocándolas en espacios bien iluminados, pero en zonas donde los inviernos no sean rigurosos puede ser cultivada también en el exterior, a pleno sol o a media sombra. 

Tiene hojas verde-grisáceas grandes y provistas de pecíolos de cerca de cuatro centímetros, triangulares, carnosas y de aspecto afelpado (las recubre una fina pubescencia blanca en las hojas jóvenes, y de tono ocre a tostado en las más antiguas); el margen es festoneado y miden unos veinte centímetros de largo por diez de ancho; las de más edad tienden a plegarse ligeramente por el raquis; se disponen de manera opuesta en los tallos. 

Al comenzar la primavera da pequeñas flores formadas por cuatro pétalos verde-amarillentos soldados, sostenidas por cortos pedúnculos, que aparecen reunidas en inflorescencias terminales de tipo corimbo racimoso de medio metro de longitud. Se la propaga mediante semillas o por esquejes de hoja, los cuales enraízan casi de inmediato manteniéndolos a la sombra y apenas cubiertos por el sustrato. 

Hay que regarla moderadamente desde la primavera hasta el otoño, en el invierno el riego puede disminuirse; siempre los suelos deben tener buen drenaje puesto que no tolera los encharcamientos dado que le generan hongos.