Tienen grandes hojas verdes, de aspecto coriáceo, de lineales a lanceoladas y con el margen entero a veces ciliado o hirsuto, anchas y algo recurvadas en la base, que nacen de un cormo ovoide (tallo modificado para almacenar sustancias de reserva) y rara vez se elevan del nivel del piso. Dentro del marco de la medicina no tradicional con el cormo se preparaba un ungüento contra el dolor de oídos, pero se ha demostrado en la actualidad que las sustancias que contienen pueden resultar tóxicas.
Las flores son muy pequeñas, blanco-verdosas, y aparecen reunidas en un apretado racimo rodeado por brácteas (semejando grandes pétalos) que van disminuyendo su tamaño desde el borde hacia el centro. Muestran seis tépalos unidos formando un tubo, con un nectario amarillo en la parte inferior. Cada tépalo lleva adosado un estambre. El ovario locular es cilíndrico, tiene un estilo libre y varios óvulos por lóculo. Los frutos son cápsulas ovoides que se abren a lo largo de las uniones de las cámaras. Las polinizan insectos, mariposas y hasta pequeños roedores.
Si las propagamos mediante semillas frescas tardan cuatro años en dar las primeras flores. Siempre se las encuentra en terrenos costeros arenosos, por lo que para cultivarlas emplearemos más arena que humus en la composición del sustrato. Les agradan las ubicaciones a pleno sol. Cada año presentan un período de dormancia, o descanso, que es el momento en el que los cormos pueden ser trasplantados; esto ocurre cuando el follaje comienza a caer, entonces no se las riega hasta que las hojas vuelven a brotar.
