Tiene grandes hojas verdes, simples, pubescentes y con forma acorazonada, el borde es entero o apenas dentado; muestran profundas nervaduras y están sostenidas por largos pecíolos de hasta quince centímetros de longitud; se distribuyen de manera opuesta en los tallos.
En primavera y verano se cubre de llamativas inflorescencias terminales erguidas, de tipo panícula o racimo, de unos veinticinco centímetros de largo, formadas por pequeñas y aromáticas flores rojas; los frutos de un centímetro de diámetro también son de ese color y se van oscureciendo a medida que maduran, llegando al púrpura y luego al negro; los conforman cuatro lóculos de paredes flexibles con una sola semilla cada uno.
A medida que las flores se van secando hay que quitarlas para favorecer el nacimiento de otras. Se puede multiplicar mediante semillas, esquejes y acodos. Precisa ubicaciones a media sombra para desarrollarse bien; como planta de interior hay que buscarle lugares con mucha iluminación. Prefiere los suelos sueltos, fértiles y con buen drenaje.
Solo se la riega cuando se nota el sustrato algo seco. Fuera de su hábitat natural se comporta como altamente invasiva; las aves comen los frutos y es así como luego de defecar la propagan. Los nativos de la región empleaban los brotes nuevos y las raíces como laxante natural. Es resistente pero suelen atacarla los pulgones, las cochinillas y la mosca blanca, así como las babosas que se ensañan con su tierno follaje.
